miércoles, 31 de agosto de 2011

El mercader de Venecia, William Shakespeare.

He pasado de no haber leído nada del insigne dramaturgo inglés a leer,  en poco tiempo, varias de sus más famosas obras, como Hamlet, Romeo y Julieta, Julio César, Otelo y ahora “El Mercader…”
Debo ser una excepción, pero no disfruto demasiado con la lectura de estos libros, ni tampoco los personajes tienen ese arraigo y atracción que para otros, sin duda, tienen y que le han dado a su autor fama universal. Haciendo una reflexión retrospectiva de las obras por mí leídas, pienso que, hasta ahora, la que más me ha impactado, justamente por la profundidad psicológica de los personajes, especialmente Bruto, ha sido “Julio César”.

Pero bueno, metiéndonos en el comentario del libro en cuestión y como de su lectura a hoy han pasado unos cuantos días, he olvidado – ¡qué barbaridad! – los nombres de casi todos los personajes intervinientes; aunque, por otra parte, sólo dos de ellos tuvieron interés para mí: el mercader judío y Antonio, el amigo e insólito benefactor que es quien da origen, con su generosidad y desinterés, contrayendo una onerosa deuda, a la trama de esta comedia. El resto de personajes los hallé demasiado artificiales. En resumen, una lectura más. 29 noviembre de 1998.















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